Te has preparado una mariscada en casa. El aroma llena la cocina, el vapor sube, y al servir… algunas almejas siguen cerradas. ¿Están malas? ¿Se pueden comer? ¿Es peligroso?
No te preocupes. Aquí te explicamos con claridad qué hacer cuando una almeja no se abre al cocerla, cuándo es normal y cuándo conviene desecharla.
¿Por qué algunas almejas quedan cerradas?
La creencia popular dice que si una almeja no se abre durante la cocción, es porque está muerta o mala. Y aunque esto puede ser cierto, no siempre lo es.
En realidad, algunas almejas perfectamente frescas y vivas pueden no abrirse por diversos motivos:
- Son ejemplares de concha muy gruesa y resistente.
- Se cocinan a fuego muy bajo o durante poco tiempo.
- Algunas almejas, como la fina o la japónica, son más lentas en abrirse.
Por eso, el estado de la almeja antes de la cocción es mucho más importante que si se abre o no después.
¿Se puede comer una almeja que no se abrió?
Depende. Si la almeja estaba cerrada pero viva antes de cocinarla, es muy probable que sea segura.
¿Cómo saberlo?
- Antes de cocinarlas, las almejas deben estar cerradas o ligeramente abiertas pero que se cierren al tocarlas. Eso indica que están vivas.
- Si alguna está abierta y no reacciona al contacto, hay que descartarla.
- Si después de cocer, alguna sigue cerrada pero estaba viva, puedes abrirla tú mismo y comprobar su olor y aspecto.
📌 Consejo: si huele bien y tiene aspecto fresco, probablemente sea comestible. Pero ante la duda, mejor no arriesgar.

¿Por qué es importante que estén vivas antes de cocinarlas?
Las almejas son moluscos filtradores. Si mueren antes de cocinarlas, su carne comienza a degradarse muy rápido y pueden acumular toxinas.
Por eso, al igual que otros mariscos como los percebes o las vieiras, la frescura es esencial para evitar riesgos.
Una almeja viva no huele mal, está húmeda y reacciona. Es la mejor garantía de que, al abrirse o no, será segura y sabrosa.
¿Qué tipos de almejas hay en Galicia?
En las rías gallegas se cultivan y capturan diferentes especies, cada una con características propias:
- Almeja babosa: fina, delicada y de sabor suave. Muy apreciada en cocinas gallegas.
- Almeja fina: resistente, de concha fuerte, perfecta para plancha y mariscadas.
- Almeja japónica: más común y económica, de origen asiático, pero adaptada a las rías gallegas.
- Almeja rubia: más grande y carnosa, con sabor intenso.
En este artículo sobre las variedades de almeja puedes conocerlas en profundidad y aprender a diferenciarlas.
¿Qué hacer si tengo dudas al cocinarlas?
- Compra siempre en sitios de confianza.
- Conserva las almejas vivas en la nevera, cubiertas con un paño húmedo.
- Déjalas en agua con sal un par de horas antes para que suelten la arena.
- No consumas ninguna almeja que esté abierta y no se cierre al tocarla.
- Si una se queda cerrada después de cocer y no estás seguro, mejor desecharla.
Puedes seguir más consejos prácticos en artículos como cuándo comer marisco según el mes o cómo saber si una almeja está buena, todos pensados para mejorar tu experiencia en la cocina.
Relación con la cultura y gastronomía gallega
Las almejas forman parte del alma gastronómica de Galicia. No solo están en recetas tradicionales, sino también en fiestas populares como la Festa da Ameixa de Carril, donde se celebran cada año las mejores capturas de la ría.
Además, se integran en platos emblemáticos como:
- Arroz con almejas y mariscos
- Almejas a la marinera
- Sopas de pescado tradicionales
Son un producto de cercanía, estacional y profundamente ligado a la identidad de la tierra y del mar. Un símbolo más de esa cultura gallega que vive a través de los sabores.
También te puede interesar…
- Vieira gallega: elegante, simbólica y sabrosísima.
- Zamburiñas: la prima sabrosa y pequeña de la vieira.
- Qué son las xoubas: el sabor humilde pero glorioso del mar gallego.
- Pican los pimientos de Padrón?: para acompañar como entrante junto a una buena ración de almejas.
Conclusión
Que una almeja no se abra al cocerla no siempre significa que esté mala. Pero hay que conocer bien cómo identificar si estaba viva, cómo conservarla, y cómo confiar en nuestros sentidos.
En Galicia, lo fresco es ley. Y en cada almeja hay algo más que sabor: hay ría, hay marea, hay tradición.