Los hórreos son construcciones tradicionales gallegas, elevadas del suelo y hechas comúnmente de piedra o madera, que sirven para almacenar y proteger los cultivos, especialmente el maíz, de la humedad y de los animales. Estas estructuras, tan características del paisaje gallego, están diseñadas para asegurar una buena ventilación y mantener los alimentos en perfectas condiciones durante largos periodos. Con su peculiar arquitectura, los hórreos son un símbolo de la historia agrícola de Galicia, preservando el legado de una época en la que las cosechas eran el sustento esencial de cada familia.
¿Cuándo se empezaron a utilizar?
Los primeros hórreos datan de la Edad Media, aunque se considera que su origen podría ser anterior, influido por los pueblos celtas que habitaban Galicia. La construcción de hórreos fue aumentando durante los siglos XVII y XVIII, en paralelo al incremento del cultivo de maíz. Su diseño responde a la necesidad de proteger las cosechas en un clima húmedo y lluvioso, adaptándose a la perfección a las condiciones gallegas.
¿Siguen teniendo utilidad los hórreos?
Aunque hoy en día su uso ha disminuido debido a la modernización de las técnicas de almacenamiento y a la menor dependencia de las cosechas tradicionales, algunos hórreos siguen siendo utilizados en Galicia, sobre todo en zonas rurales. Además de su valor histórico y cultural, muchos gallegos los ven como un símbolo de identidad y de conexión con sus raíces, manteniendo algunos en perfecto estado para conservar la tradición.
¿Por qué están protegidos?
Los hórreos están protegidos por su valor patrimonial y cultural, ya que representan una parte esencial del patrimonio rural gallego. Estas construcciones son reconocidas no solo por su belleza y singularidad, sino también por su importancia histórica y su simbolismo. Su protección garantiza que permanezcan como testigos de un estilo de vida y una cultura ancestral, evitando que sean reemplazados o destruidos y permitiendo que futuras generaciones disfruten de este emblema gallego.