Es difícil pensar en Galicia sin pensar en pulpo. Su aroma inconfundible, servido sobre un plato de madera, aderezado con sal gorda, pimentón y un buen chorro de aceite de oliva… es mucho más que una receta: es un ritual. El pulpo a la gallega, también conocido como pulpo a feira, es probablemente el plato más icónico de la gastronomía gallega.
Pero, ¿de dónde viene esta tradición? ¿Por qué es tan popular en el interior y no tanto en la costa? ¿Y qué papel juega hoy en la cultura de Galicia?
¿Cuál es el origen del pulpo a la gallega?
Aunque el pulpo se asocia al mar, su preparación más famosa nació lejos de la costa. En comarcas del interior de Galicia como O Carballiño o la provincia de Lugo, el pulpo comenzó a consumirse en ferias ganaderas y fiestas locales, donde se ofrecía como comida abundante, energética y fácil de preparar en grandes cantidades.
Las primeras menciones escritas datan de hace más de dos siglos, cuando los comerciantes del interior intercambiaban productos de montaña por pulpo seco que llegaba desde las rías. Se rehidrataba, se cocía en calderos de cobre y se servía en platos de madera, una costumbre que todavía perdura.

¿Por qué se llama “pulpo a feira”?
El nombre viene de su presencia habitual en las ferias rurales de Galicia, donde las pulpeiras —mujeres que cocinaban y vendían pulpo— ofrecían este manjar a los asistentes. Era económico, alimentaba y no requería cubiertos. El ritual incluía cocción en calderos, corte con tijeras y un aliño sencillo: sal, pimentón (dulce o picante) y aceite de oliva.
Con el tiempo, ese formato se convirtió en el más representativo de Galicia. Y aunque lo encuentres en restaurantes elegantes o en tapas modernas, el alma sigue siendo la misma que en aquellas ferias de tierra adentro.
Un plato humilde convertido en icono
Lo que comenzó como una receta de feria se ha convertido en un símbolo gallego internacional. El pulpo a la gallega aparece en todas las cartas de restaurantes tradicionales, es protagonista en ferias gastronómicas y se considera uno de los sabores más puros y representativos de nuestra tierra.
Forma parte del paisaje culinario de Galicia y ha sido reinterpretado en cocinas de autor, pero sigue teniendo su lugar sagrado en las fiestas patronales y en los domingos de reunión familiar.
Cómo se cocina el pulpo a feira
La preparación tradicional del pulpo a feira no tiene secretos, pero sí requiere técnica. Primero se congela (si no se ha comprado ya así), luego se descongela lentamente y se cuece en agua hirviendo, “asustándolo” tres veces —es decir, sumergiéndolo y sacándolo para que no pierda la piel—. Después se deja cocer hasta que está tierno, se corta en rodajas sobre tabla de madera y se aliña con sal gorda, pimentón de buena calidad y aceite de oliva virgen extra.
Si quieres hacerlo en casa, te dejamos nuestra receta paso a paso del pulpo a la gallega, con todos los trucos para que quede perfecto.
Otras formas de preparar el pulpo en Galicia
Aunque la versión “a feira” es la más conocida, Galicia ofrece otras formas deliciosas de cocinar el pulpo:
- Pulpo a la brasa: perfecto para quienes disfrutan de los sabores ahumados. Se dora ligeramente en la parrilla y se sirve con patata y aceite.
- Pulpo al horno: una opción jugosa, con base de patatas panadera, cebolla y pimentón. Ideal para comidas en familia.


Estas preparaciones mantienen el respeto por el producto y ofrecen variaciones que realzan su sabor sin perder la esencia.
Pulpo y cultura gallega
El pulpo forma parte de la cultura gallega: no es solo un plato, es una escena. Una olla humeante en medio de una fiesta, una tabla de madera en la que todos pinchan con palillo, un momento compartido sin prisas.
Está presente en las romerías, en las fiestas patronales, en los mercados… y en la memoria de quienes crecieron sabiendo que el mejor pulpo no siempre se come en la costa.